Comunicación asertiva

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Todas las personas hemos hecho, en alguna ocasión, algún plan con nuestra pareja que no nos motivaba demasiado pero hemos decidido ceder por no poder ofrecer alternativas, porque “para una vez que propone algo…”, porque nos sabe mal decir que no, etc. Y está bien, no pasa nada si no es algo que hagamos sistemáticamente y si no nos hace sentir mal. El problema viene cuando no es así; cuando lo hacemos de manera reiterada, a pesar de lo mal que nos sentimos haciéndolo, sólo porque no sabemos (o no queremos) dar una negativa. Pero el hecho de decidir no negarse a nada puede no acabar ahí. Podemos estar hablando de no hablar de nuestras emociones o sentimientos cuando más lo necesitamos, por si no le sienta bien o no le apetece escucharlo ahora. Podemos estar hablando también de no pedir lo que queremos, “porque seguro que dice que no” o, de nuevo, por si se enfada. Y un largo etcétera.

El mundo de la comunicación interpersonal es mucho más complejo de lo que pueda parecer. En este caso voy a centrarme solamente en describir los tres estilos comunicativos, para que puedas identificar cuál es el tuyo y así puedas mejorar en todos los aspectos que creas necesario para sentirte mejor. Estos tres estilos son: agresivo, pasivo y asertivo:

 

  • COMUNICACIÓN AGRESIVA: se basa en expresar los propios derechos y opiniones sin respetar los de los demás. Implica una conducta verbal con órdenes, exigencias o amenazas. La postura corporal acompaña a estas expresiones verbales: mirada fija, voz alta, invasión del espacio y, en general, gestos amenazantes.

 

  • COMUNICACIÓN PASIVA: la persona no expresa sus opiniones ni defiende sus derechos, aunque sí respeta los de los demás. La conducta verbal denota inseguridad y la no verbal va en consonancia: usa un tono de voz bajo, retira la mirada hacia abajo, se muestra esquiva y hace ver que quiere restar importancia al hecho del que se habla, intentando que la otra persona se sienta bien a pesar del propio malestar.

 

Entre estos dos estilos, que estarían situados en extremos opuestos, se encuentra la comunicación asertiva. Es, sin duda, la mejor opción se mire por donde se mire.

 

¿QUÉ ES LA ASERTIVIDAD?

 

La persona expresa sus opiniones y defiende los propios derechos respetando siempre los de los demás. La conducta verbal y no verbal en este estilo comunicativo transmiten calma y seguridad en uno/a mismo/a, invitando también al otro a expresar su opinión con expresiones que facilitan el diálogo (“¿Qué piensas de esto?, ¿Qué te parece?”). La persona sabe defenderse y protegerse siendo sincera pero cuidando el lenguaje y las formas al mismo tiempo.

La asertividad es saber pedir, saber decir “no” cuando es momento de dejar de priorizar a los demás, expresar lo que se piensa y lo que se siente sin ofender, argumentando desde la calma, sin hacer daño a la otra parte y sin tener sentimientos de culpabilidad por lo que se está manifestando.

Esta forma de comunicación implica un buen manejo de las propias emociones y genera en la persona una gran satisfacción personal y sensación de control de la situación.

Muchas veces las personas no podemos identificarnos con un único estilo comunicativo. Podemos ser más agresivos, más pasivos o más asertivos según con quién estamos y según cómo gestionemos la situación en que nos encontremos. De esta manera, unas veces puede resultar más fácil o más difícil adoptar un estilo comunicativo asertivo.

Esta técnica puede ayudarte a ponerlo en práctica cuando quieras pedir algún cambio en algún aspecto a alguien:

  1. Describe la situación que quieres cambiar: “Cuando haces…”, “Cuando tu…”, “Cuando yo…”.
  2. Expresa lo que sientes sin responsabilizar al otro: “me siento…”, “pienso que…”.
  3. Expresa el cambio que deseas: “Me gustaría…”, “preferiría…”, “para mí sería mejor si…”.
  4. Describe las consecuencias positivas o negativas de que se produzca el cambio o no: “si lo hicieras…”, “si no lo puedes hacer…”

Por ejemplo: “(1) Cuando llegas de trabajar y no me das un beso (2) siento mucha distancia entre los dos y eso me entristece un poco. (3) Me gustaría que me besaras al entrar en casa, (4) si lo hicieras me sentiría muchísimo mejor.”

Después de esto, y no menos importante, siempre está bien valorar y agradecer el esfuerzo que haga la otra persona por cambiar.

 

La asertividad implica, en definitiva, asumir los siguientes derechos:

  • A decir “no” sin sentir miedo o culpabilidad.
  • A ser tratado/a con respeto.
  • A expresar las propias opiniones, emociones y sentimientos.
  • A cambiar de opinión.
  • A cometer errores.
  • A decidir si dar explicaciones o no.
  • A no necesitar la aprobación de los demás.
  • A decidir cuándo responsabilizarte o no de los problemas de los demás.
  • A decir “no lo sé” y preguntar.
  • A estar solo/a.
  • A tomar tus propias decisiones.

 

Espero que esta entrada te haya resultado útil y que puedas empezar a practicar la asertividad en todos los ámbitos de tu vida. Adelante, haz uso de tus derechos, sin olvidar que la persona que tienes enfrente tiene los mismos.